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ALGO ESTÁ EN COCCIÓN EN EL 51%. Escribe AMILCAR MORETTI

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             Algo está en cocción en el 51%. Puede irrumpir como acontecimiento democrático, social y popular pronto y bienvenido. Pero también el hervor puede derramarse para cualquier lado, bueno, muy bueno, malo, muy malo… Derrame sobre todo encima de las necesidades e ilusiones populares de mayorías pobres o medias, en general vulnerables, desinformadas, ingenuas y siempre castigadas.

 

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

 

 

 

               Algo está en cocción en el 51%. Que puede haber rebajado  hoy al 35 % pero que en valores retardatarios mantenidos puede conservarse en el 60 o más ciento. Algo se cocina en ese puchero social colectivo e individual que une desencanto (?), bronca, temores o miedo. Se percibe ese lento e imprevisible hervor de combinación de ingredientes no claros.

 

                 Esa cocina puede mostrarse en un plato o menú que irrumpen como acontecimiento democrático, social y popular pronto y bienvenido, puede suponerse desde una reflexión. Ha sucedido en la historia argentina, sin ir muy lejos el 29 de mayo de 1969, primer Cordobazo, y el más recordado de todos del siglo pasado: el 17 de octubre.

                    No soy así de optimista -optimismo, reconozco, necesario frente al decaimiento y la desesperación-. Tengo en cuenta también que el hervor puede derramarse para cualquier lado, bueno, muy bueno, malo, muy malo… Derrame sobre todo encima de las necesidades e ilusiones populares de mayorías pobres o medias, en general vulnerables, desinformadas, ingenuas y siempre castigadas, principalmente, junto a los que piensan. Cuando se ataca con ferocidad lo popular reclamante de justicia social se agrede en simultáneo al sector pensante, fabricante de ideas, y al que muchas veces le dan más trascendencia que la real. Miedo sangriento al libro, a lo que no se sabe y se fantasea.

                   Que al cabo de un año y dos meses desde fines del 2015 el 51% sea el 35% -apoyo considerable, por lo demás- no niega que los valores “apolíticos” -preponderantemente mezquinos e individualistas- de consumos y niveles sociales necesarios y también prescindibles, sigan intactos (aunque postergados por ahora, y quizás por largo tiempo) en el ciotado 51 que puede ser el 60 o 65 %. Esa es la verdadera victoria del sistema. No el 51%, circunstancial e imprevisto aún para sus protagonistas beneficiados. El triunfo de fondo, de mayor solidez y permanencia, es el magma o sustancia imprecisa que une y a la vez disgrega mediante la “científica” y perversa planificación del consumismo y la mediática del entretenimiento.

                      Si esto es así, y estoy convencido que lo es, el puchero o estofado a hacer tragar cuando concluya la cocción, o antes, aún crudos, o después ya pasados de hervor, pueden ser tan imprevisibles como fatales, letales. También en la historia reciente hay ejemplos impensados de estos derrames trágicos: 1976, y aún antes, 1975.

                      Sería prudente y audaz, temerario solo cuando es imprescindible para lograr la meta de mejora social. Prudente y audaz, difícil combinación. Algo se cocina en el interior inconsciente del 51, el 35 o el 65 %. Tendría en cuenta todo: el disgusto, el desencanto, la ira, pero también la vulnerabilidad psicológica, en especial, sobre qué tipo de predisposición al “cambio” puede haber.

             Hace un año ya tuvimos una experiencia de “cambio” y los resultados se ven hoy, y recién comienzan a hacerse notar, se profundizarán, también impensables. Y la bronca, el desencanto, la desesperación pueden dispararse para cualquier lado, para hacer cualquier cosa. No comparo, pero no vaya a suceder que sean los últimos días de Weimar, la República, Alemania, ¿se acuerdan? ¿Conocen?

    Entonces, ¡ojo!, calcular fuerzas, tener claro qué hay enfrente, mucha prudencia, audacia y temeridad en el momento irrepetible, mando reconocido y confiable (no se lo ve, al menos con suficiente poder). Y sobre todo saber cuál es la “guerra”, de qué tipo de batalla se trata y cuándo y dónde hay que librarla. El resto es azar, y para eso también hay que saber prever lo impensable e imprevisto. A veces se da.

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