Pienso que la cuestión crucial hoy en la cultura es lo que yo llamo la disolución de la heterosexualidad. Me expongo a desconfianzas de feminismos y de aperturas amoroso-genitales, de género, que tienen su razón de ser y buscan de modo legítimo su aceptación social y aprobación individual y familiar.
Pero estas ampliaciones ya no me parecen lo crucial, ya no de la cultural sexual sino de la cultura toda. Lo crucial es la disolución de una amorosa genitalidad heterosexual. Y en alguna medida las otras opciones, válidas en cuanto asumidas con consecuencia, entonces se convierten -arriesgo- en coartadas. Coartadas para el miedo, la desorientación, la confusión y la progresiva ausencia de un disfrute completador (proveedor de la ilusión de completarse) propio del heterosexualismo.
Es lo que defino como el Gran Miedo a la Pija, evidente en muchas mujeres jóvenes (y no jóvenes). Y arriesgo más: pienso que en alguna medida las otras opciones son también instrumentadas por el sistema y el nuevo orden mundial (poscapitalismo, capitalismo financiero-supratecnológico globalizado, etc.) para plantear la desaparición o, al menos, la restricción de la subjetividad y también numérica del ser humano.
La disolución del placer y goce de la heterosexualidad, sobre todo conscientes y pensadas, continúa como uno -si no el principal- de los modos de control sobre la subjetividad, a efectos de la desaparición también de la misma subjetividad y su reemplazo por una planificación neuro-fisiológico-genética y tecnotrónica que responda a un nuevo robotismo puritano. Lo que el capital necesita para su incesante acumulación de cualquier forma y modo es la desaparición de la subjetividad creada por lo cartesiano y herencia de la Grecia clásica. La máxima expresión de libertad es la sexualidad, la búsqueda elegida del placer y goce heterosexual, con las variantes que se quieran introducir y, vale decirlo, tan nuevas como antiguas.
Lo que está en instancia crucial es el goce heterosexual, mediante una nueva variante de puritanismo basada en el Miedo a la Pija. Se busca en vano lo fálico por otros lados, en otros lados, que serán siempre -no abro juicio moral- sustitutos, y tal vez reemplazos. Hoy es común la expansión -o brote público- y aceptación de la homosexualidad. Más allá de las “relaciones particulares”, que no discuto, lo lesbiano como expresión de liberalidad y expansión mental debe comenzar a considerarse como una coartada del capitalismo mundial en su nueva etapa (cualquiera sea su forma y evolución futura) para el control y reducción de la verdadera y esencial subversión del sistema: el placer y el goce libre creativo y recreativo de la amorosa heterosexualidad.
Contracara “natural” de esa “libertad” que consolida al sistema, en especial al hacer sentir “libre” al individuo (pago, soy libre) y ocultar el Gran Temor, es la venta de mujeres para sostener una heterosexualidad genital de mercado (no amorosa, de juego de afecciones). En algunos lugares y en muchas conciencias se ha extendido la idea de que la expansión de la venta de sexo es un permiso que indica “libertad”. Lo que está en juego hoy, lo Crucial, es la disolución del goce heterosexual elegido y creativo. La Crucialidad hoy pasa por la disolución de la heterosexualidad gozosa, la gran subversiva, siempre. La brutalidad del capital y poder mundial lo han sabido en todos los tiempos de capital hegemónico.
Pienso que la cuestión crucial hoy en la cultura es lo que yo llamo la disolución de la heterosexualidad. Me expongo a desconfianzas de feminismos y de aperturas amoroso-genitales, de género, que tienen su razón de ser y buscan de modo legítimo su aceptación social y aprobación individual y familiar.
