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¿POR QUÉ ESCRIBO? o, mejor, ¿PARA QUIÉN ESCRIBO? Texto de AMILCAR MORETTI

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 Entiendo la crítica literaria, de cine, de arte como una forma de la literatura. Las encaro como un modo de la ficción. Para mí la crítica es una escritura especial que constituye un género o subgénero o subespecie de la ficción. Ficción no es sinónimo de mentira o engaño en literatura. Está de por medio el antiguo concepto de la verosimilitud: si parece verdadero, si la escritura de mi elección en materia de ficción crítica o crítica como forma de ficción, modela y expresa un grado y forma de la verdad, siempre relativa, parcial, mi escritura está cumplida.

 

AMILCAR MORETTI. Modelo: Diana. La Plata. Argentina. Diana escribe a su manera, con el pie.
AMILCAR MORETTI. Modelo: Diana. La Plata. Argentina. Diana escribe a su manera, con el pie.

 

 

 

Escribe
AMILCAR MORETTI

 

 

 

-Escribo para mí, por supuesto.-

 

-¡Ah, ya me parecía!-me contesta al parecer algo decepcionada la experta y conocedora vendedora de la librería Rayuela, de las más importantes y completas de la ciudad.

 

Ella se refería a mis críticas de cine en el diario EL DIA. Como si -al menos muchas de las miles que he publicado durante cuatro décadas- no la hubieran satisfecho. Trató de ser más explicativa, pero no pudo o no quiso.

 

 

-La única forma de escribir bien, o al menos de cumplir con el propósito que me fijado como escritor, en este caso escritor de periodismo cinematográfico, la única manera -repito- es escribir para uno. ¿Vos querés que yo te señale si la película es “buena” o “mala”. Bueno, eso trato en general de no hacerlo, salvo casos extremos en que se presenta la obligación de negar o aprobar indicativamente. Pero mi concepto de la escritura es otro. Yo entiendo la crítica literaria, de cine, de arte como una forma de la literatura. Las encaro como un modo de la ficción. Para mí la crítica es una escritura especial que constituye un género o subgénero o subespecie de la ficción. Ficción no es sinónimo de mentira o engaño en literatura. Está de por medio el antiguo concepto de la verosimilitud: si parece verdadero, si la escritura de mi elección en materia de ficción crítica o crítica como forma de ficción modela y expresa un grado y forma de la verdad, siempre relativa, parcial, mi escritura está cumplida. Digo: un aporte a lo que uno supone la verdad, que no existe, o es transitoria y depende de muchos parámetros y dimensiones.

 

-Sí, claro-apunta no convencida la vendedora de libros, muy leída y conocedora de lo que vende: libros, y libros de toda calidad.-Pero quisiera tener una mayor certeza sobre lo que voy a ver, sobre si la película merece ser vista.

 

-Sí, te entiendo, pero yo no hago eso. De cualquier modo, el solo hecho de ocuparme de escribir sobre una película indica, para mí, que es merecedora de ser atendida en alguno de sus aspectos, a veces por mala o no lograda, a veces por su calidad o matices sobresalientes, matices que no todos ven, o que no todos pueden ver. El arte no es para todos. Incluido el entretenimiento. Esto suena a eletismo pero no es así. Yo por ejemplo no sé jugar al fútbol pero boxeo discretamente de modo aceptable. Si el concepto de entretenimiento no estuviera desde hace décadas marcado por un contenido y propósito comercial, podría decir que el cine de entretenimiento es una forma del arte. O mejor: que el arte cinematográfico, una muy buena película, de excelencia, por ejemplo “El ciudadano” de Orson Welles por citar un clásico de clásicos, es entretenido. Pero no a todos les resulta entretenido; al contrario. Tiempo atrás, en uno de mis cursos de lectura de lenguaje ciematográfico, intenté el paralaje y lectura comparada y paralela de Buster Keaton y Charlie Chaplin. Ilustré con fragmentos seleccionados de sus peículas, y a veces con la proyección de alguna de ellas o un corto. Bueno, tuve que suspenderlo porque nadie comprendía a Keaton, y me refiero a personas de 40 años, médicos, psicólogos, abogados, escribanos, profesores universitarios, titulares de cátedras, psiquiatras, docentes. No lograban reírse. No comprendían a Keaton, quizás porque en sus gags expone toda una filosofía en la que predomina el caos, el azar, la voluntad férrea, la subversión del entorno contra el humano, es decir, el propio Keaton. Chaplin en cambio sí motivaba su risa, quizás porque es más “claro” y “alegre” -cuando no triste y tan piadoso como cruel- pero no por eso menos profundo y reflexivo que Keaton. Por eso digo que el arte no es para todos: hay que saber mirarlo, comprenderlo, y no es cuestión solo de libros sino de mirar y mirar a los mejores. Y tener la concepción del mundo más amplia, completa e informada posible. “¡Ah, no! -recuerdo que me comentó una vez uno de mis alumnos-, entonces no, yo quiero ir al cine para no pensar”. Y aún eso es un error porque se puede no pensar pero tener una percepción y sensibilidad que te permite comprender o intentar una reflexión. No hace falta que sea una trabajosa labor intelectual, puede ser apenas una intuición, una sospecha que se graba en la conciencia y después, con el tiempo, hace su efecto. Sucede que suele confundirse entretenimiento con huída, fuga, y es probable que así sea: el “entretenimiento” (“the entertainment”), eso que está “entre” una cosa y otra que se supone tenida o se tiene (“entre-tenimiento”), está construído desde el siglo XX como una forma de conformismo y fuga de lo real.
Yo también me fugo en la oscuridad de una sala de cine, o frente a la absorción de una película en una pantalla de televisión, pero en esa fuga ingreso en una mirada diferente de las cosas, del mundo, de la vida. Me fugo al ingresar en una mirada -de algún modo reflexiva- distinta o ampliadora de la mía, o de la que tenía hasta ahí. Y ahí aparece de nuevo la cuestión de la verosimilitud. Y ojo, que esto lo hago tanto en mi escritura de crítica de cine, cultura y arte como en los aspectos políticos de la realidad. Lo político y la sexualidad y erótica con consustanciales, y sobre eso también escribo con el mismo concepto de verosimilitud, pero -en política- sin apelar a lo ficcional sino a la información, la observación y la asociación, que al fin y al cabo también son parciales, fragmentadas, selectivas, incompletas.

 

 

UN LINDO RECUERDO: AÚN CONSERVO LA SERVILLETA EN LA QUE DIANA ESCRIBIÓ SU NOMBRE CON EL PIE  SOBRE LA MESA DE LA COCINA.

 

DIANA escribe su nombre en una servilleta usando con los dedos del pie un bolígrafo. Foto por AMILCAR MORETTI. Argentina.
DIANA escribe su nombre en una servilleta usando con los dedos del pie un bolígrafo. Foto por AMILCAR MORETTI. Argentina.

 

 

 

 

Antes de escribir DIANA selecciona cuidadosamente el papel sobre el que va a escribir su nombre como recuerdo. Aquí con un sobre, primero.- Foto por AMILCAR MORETTI. Argentina.
Antes de escribir DIANA selecciona cuidadosamente el papel sobre el que va a escribir su nombre como recuerdo. Aquí con un sobre, primero.- Foto por AMILCAR MORETTI. Argentina.

 

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