Escribe
AMILCAR MORETTI
Si Mirtha Legrand (1) en su ya legendaria permanencia en la televisión de Argentina pone en ridículo intelectual al designado por el 51% de los votantes, si pone en evidencia de modo tan fácil la ausencia del principio de realidad del electo en cuanto a lo real cotidiano de la gente común (ignorar la asignación mínima de un jubilado) es porque un poder superior a ella, poder argentino, ya no ve viable al electo o ha dejado de sentirlo funcional a sus intereses concentrados.
Sucede que el electo hace casi año y medio por el 51% provoca demasiadas tensiones y conflictos, muchos de ellos de inútil riesgo para el poder que lo impuso, conflictividad por lo demás en considerable grado evitable. Para el informado, ha sido siempre perceptible en el electo un ejercicio de acciones previsibles mezcla de clasismo de privilegiados e ignorancia. Hasta allí llega, no más. Cultura de nuevo rico de Miami años 90.
Es el electo tan retrógrado como los otros, pero además ostentoso de la ignorancia, la torpeza, desinformación, carente de sagacidad política alguna, desbordante de inescrupulosidad y, quizás lo peor de todo, de una indiferencia hasta la ausencia total frente al padecimiento del otro, el de abajo. Sabe hacer “negocios” (enriquecerse) pero no sabe ni tiene voluntad, propósito ni meta de negociar mejor la situación del país y su pueblo, y con esto último me refiero al crecimiento y desarrollo -dos cosas diferentes- con igualdad o equidad, con libertad para el pensamiento reflexivo y crítico y con autonomía nacional y regional.
Quienes lo impusieron, además, necesitan de alguien que haga lo mismo pero sin torpezas generadoras de una conflictividad social innecesaria y evitable con confrontaciones adversas masivas, como los tres días consecutivos que concluyeron el 8M, Día Mundial de Paro de la Mujeridad, con un primer ejercicio ostentoso de represión social y política indiscriminado pero planificado para meter miedo.
Esto, salvo que la estrategia prevea obligadamente el goce perverso de “solucionar” la conflictividad de una distribución regresiva (de retroceso de 75 años como mínimo), con una nueva tragedia masiva de brutalidad, primero, y hambre y miseria después a largo plazo, algo posible de ser pensado y que parece querer y desear algunos sectores y fuerzas,
Estoy convencido que, llegado el caso, harán todo lo posible para llevar a cabo el proyecto con o sin el electo. La meta es trasladar de manera brutal y absoluta los ingresos de las mayorías hacia una minoría, con la menor confrontación posible o bien con la mayor crueldad que el ordenamiento y correlación de fuerzas permitan. Para nosotros, el 49% y buena parte del 51% que votó al electo se trata de defender lo aún no perdido, de oponer resistencia y a la vez de no contribuir a provocar la tragedia como tránsito o meta inevitables según el principio suicida de “cuanto peor, mejor”.
(1) Programa de televisión del canal 13 de Buenos Aires del pasado sábado 18.
